La Otra Voz de Benavente y Los Valles

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lunes, octubre 26, 2009

Crónica de Barataria (5)

TRES ERAN TRES O EL CISMA DE LOS HACENDADOS
Fray Junípero Pimentel

Barataria, como Aviñón, también tiene su particular cisma. La ciudad francesa pasó a definir el Cisma de Occidente, cuando la autoridad pontificia llegó a ser disputada por varios Papas entre los años 1378–1417. Hasta tres pontífices llegaron a reclamar el solio de San Pedro al mismo tiempo.
Aunque Barataria no es Aviñón, ni está cerca de la Costa Azul francesa, por aquí corren también cumbres borrascosas. Andan los hacendados disputándose la dirección de la organización empresarial baratárica y ya ha estallado el cisma. A los derechos que aboga el presuntamente electo, un "hombre nuevo" (New Man, en inglés) que reclama para sí la supuesta legitimidad de la votación nocturna, hay que añadir también el derecho hereditario del que, también presuntamente, recibió el testigo del relevo tras la supuesta dimisión del primer espada. Pero, miren vuesas mercedes por dónde, que ahora éste, el primer espada, alega que nunca renunció, que no existe carta ni papiro alguno donde conste el día, la hora y la signatura de tal hecho y que, por tanto, él sigue siendo el legítimo y genuino primer caballero.
A los hacendados locales les va, por tanto, el número tres. Y es que este, de no desvelarse pronto, puede resultar un misterio tan complejo como el de la Santísima Trinidad. Ya lo decía aquella serie televisiva dirigida por Jesús Yagüe, bajo la dirección de Jaime de Armiñán: “Tres eran tres, las hijas de Elena/ Tres eran tres y ninguna era buena/ Rubia, castaña y morena”. Este fraile no sabe si estos “tres tenores” serán buenos o no, pero lo cierto es que la ocasión se ha enredado tanto como el trabalenguas de los “tres tristes tigres”.
A los hacendados locales les ha salido un Can Cerbero, el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas que guardaba las puertas del Averno.
Quizás en Barataria estén esperando que llegue el Hércules de turno y decida capturar al guardián de triple testa. Mientras esto llega, habrá que esperar. Y si la espera resulta larga, siempre podremos cantar como Patxi Andion: “Una, dos y tres; una, dos y tres, lo que usted no quiera, para el rastro es”.
Ilustración: Cerbero, acuarela de William Blake.

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